Votos definitivos de Rose Cunningham
Y así, el 8 de diciembre de 2020, Rose Cunningham emitió sus votos definitivos como consagrada del Regnum Christi en la Basílica de Guadalupe en Roma, acompañada por las comunidades de consagradas presentes en Roma, algunos legionarios y por su familia y amigos a través de las redes sociales.
La Ratio Institutionis de las Consagradas del Regnum Christi, en número 449 explica que: “Con la emisión de los votos definitivos se ha confirmado, por parte de la consagrada y de la Sociedad, el discernimiento que condujo a la emisión y renovación de los votos temporales. Con los votos definitivos pasamos de una etapa de discernimiento y verificación vocacional a una etapa de consolidación y maduración que durará toda la vida”(pág. 224. Ratio Institutionis CRC).
Rose Cunningham nació en San Diego, EE.UU, 1994en una familia grande con once hermanos, donde los unos se ocupaban de los otros y a ella, estando en el medio, le tocó un poco de las dos cosas; los mayores la protegían y, a su vez, ella se encargaba de los más pequeños. Desde niña conoció la Milicia de la Inmaculada y la Virgen siempre ha estado muy presente en su vida.
Presentamos una entrevista de Eva Sanchis a Rose antes de emitir sus votos.
Pregunta: ¿Qué llevas en tu corazón al consagrar tu vida definitivamente a Dios?
Respuesta: Muchísima gratitud a Dios, a tantas personas que me han acompañado, que han sido parte de mi camino y parte de lo que soy hoy. Mucha alabanza a Dios por lo que ha hecho en mí, lo que hace, lo bueno que es.
P: ¿Cuál ha sido tu recorrido para llegar a esta decisión?
R: A los siete años fue la primera vez que conocí a las consagradas y tengo el momento grabado en mi mente: estuvimos con ellas y con otras familias. A final del día las vi entrar en la Iglesia, y ese momento tan sencillo hizo un ‘clic’ en mí. Años más tarde entendí mejor el significado: descubrí a las consagradas transmitiendo durante toda la jornada algo tan grande como es el amor de Dios y su cercanía, y al final del día, entrar en la Iglesia y estar a solas con Cristo. Eso me encantó y lo pienso mucho. Cuando hoy llego al final del día, cansada por las tareas diarias, voy a la capilla y encuentro mucha paz y mucha consolación. Al final del día soy de Cristo y me quedo solo con Él.
P: ¿Cuál ha sido tu recorrido para llegar a esta decisión definitiva?
R: Después de graduarme en el colegio entré al candidatado, con 18 años. Para mí, el primer año fue descubrir lo que significa ser cristiano, la llamada y la santidad que viene con el bautismo. Descubrir toda la belleza de ser una persona bautizada, me impactó mucho porque fue como abrir otro horizonte. Después de eso fui más a fondo a ver qué significa seguir a Cristo en la vida consagrada, desde los votos de pobreza, castidad y obediencia. Fueron dos años de mucha reflexión en temas que tocaban mi identidad, verlo desde fuera para entender qué es. Tras estos dos años me consagré. Me acuerdo que el día de mi consagración pensé ¿qué puede pasar en seis años? ¿Por qué necesito tanto tiempo? me preguntaba… En ese momento lo tenía claro, pero durante el proceso lo puse en duda muchas veces.
Empecé mi etapa de estudios, que son tres años, y el primero lo hice en EEUU y luego fui a Madrid a estudiar Teología en la Universidad de San Dámaso. Esos tres años tuvieron sus retos, pero empecé a vivir la vida consagrada siendo realmente sincera conmigo misma, preguntándome si estoy creciendo como persona. Por mucho tiempo, pensé que si algo me costaba podía significar que no tengo vocación. Ha sido un proceso muy largo, muy bonito, de experimentar día tras día, en cosas muy chiquitas y cotidianas, como Dios me va confirmando de manera muy sencilla.
Yo estuve desde los catorce años en un colegio para niñas que ya estaban abiertas a la posibilidad de la vida consagrada, desde entonces he ido creciendo como persona, cambiando, madurando. En cada momento he ido retomando la pregunta, y me he conocido mejor, como persona y como mujer … y también lo he conocido más a Él y al camino que me invitaba a seguir.
P: ¿Cuáles fueron tus prácticas apostólicas?
R: Las hice en Monterrey en un colegio, trabajando sobre todo en primaria y me encantó estar con los niños. Fue un poco difícil el ajuste porque llegué a un mundo, una cultura muy diferente, un entorno al que no estaba acostumbrada. Me costó adaptarme al principio, pero los niños fueron mi descanso, jugaba con ellos en el recreo y les hablaba de Dios, descubriendo que son muy abiertos y es hermoso ver como reciben la belleza y la bondad de Dios tan fácilmente.
P: ¿Qué conclusiones sacas de tu candidatado? ¿Qué te enseñó?
R: El aprendizaje más grande fue la experiencia de que hay cosas externas que me cuestan, cosas que quizás me hacen sentir que no estoy en lo mío, pero luego hay un núcleo que me hace entender que sí, que vale la pena. Experimenté que tenemos una misión donde sea, con quien sea, pero es algo que nos hace entender que somos enviados y podemos vivir nuestra consagración y nuestra misión ahí donde estemos. Aprendí a no detenerme con las cosas que me son difíciles, porque siempre se puede encontrar ese núcleo que le da sentido a todo.
P: ¿Cuál ha sido el papel de tu familia en tu vocación?
R: Mis padres y mis hermanos mayores han influido muchísimo en hacer real mi relación con Cristo, tomar muy en serio el hecho de que tenemos un Dios que nos conoce, nos quiere, sabe lo que nos va hace felices. Me transmitieron esa confianza en Dios, me decían que hacer la voluntad de Dios vale la pena, porque Él nos conoce y quiere lo mejor para nosotros. En mi familia todo el tema de la vocación se vivía con mucha naturalidad y apertura.
El tema del Regnum Christi sí que costó un poco al principio porque hubo resistencia por parte de unos amigos muy cercanos, surgieron preguntas y dudas. Tengo una hermana que estuvo nueve años consagrada y después se regresó a casa. Era una situación difícil y dolorosa, y mis padres tenían miedo de que me ocurriera lo mismo. Ha sido todo un proceso, pero hoy por hoy, mis padres son felices porque me ven feliz y me han apoyado al cien por cien.
P: ¿Qué te mueve en la misión de hacer presente el reino de Cristo en la sociedad?
R: Hay tantas personas en el mundo que no tienen ni idea de la belleza de la vida y de quién es Dios, de lo bueno que es, de cuanto nos ama, y vamos pasando por este mundo sufriendo mucho más de lo que hace falta, en mi opinión. La vida podría ser mucho más bella si todos supieran que Dios nos conoce y nos quiere. Me emociona saber que mi vida, de alguna manera, puede anunciar la presencia de ese Dios tan bueno y que tanto nos ama.
P: ¿Cómo definen los votos definitivos a la vida consagrada del Regnum Christi?
R: Para mí es el sello final que dice que lo que he vivido en los últimos seis años y lo que he preparado desde mucho antes; y lo que Cristo ha ido preparando. Es el sello que dice que soy consagrada para siempre. Cuando recibí la aprobación oficial para estos votos definitivos para mí también fue un momento de decir: no solo yo me he sentido identificada con las consagradas sino también ellas, viéndome a mí, han reconocido una hermana y han dicho, ‘sí, tú eres una de nosotras así que bienvenida a la familia para siempre.’