Este curso, la consagrada del Regnum Christi está estudiando teología y en la pastoral del Highlands School Los Fresnos. Paz explica que estudiar Teología “está siendo una escuela de vida, oración y misión, de encuentro vivo con el Señor”. Además, se considera afortunada por poder acompañar a los jóvenes “en su camino de seguimiento de Cristo y a encontrar su lugar dentro de la Iglesia”.
¿Cómo te sientes en estos días, en vísperas de emitir tus votos definitivos? ¿Cristo sigue sorprendiéndote en esta carrera de fondo?
¡Asombrada! En estos días me siento feliz, gozosa, en paz. ¡Enamorada! Cantando un Magníficat con María, alabando al Señor y dándole gracias por su obra buena, llena de misericordia y de ternura, que ha mirado con bondad mi pequeñez.
Y a la vez, El Señor me está dejando experimentar esa pequeñez y pobreza con la que una se acerca a este momento, al altar. Queriendo responder a Dios, pues es Él quien me consagra, el que se entrega primero, el que me llama de nuevo, el que me ama y me sostiene. Con esa confianza, con el corazón rebosando y las “piernas temblando” estoy viviendo estos últimos días que, en realidad, los veo como los primeros de un horizonte viejo y a la vez nuevo. “Llevamos el tesoro, el don, en vasijas de barro”.
Y también estoy muy agradecida con mi familia y la familia del Regnum Christi, con mis amigos, mi comunidad; por acompañarme, quererme, sostenerme con su oración. Me sigue sorprendiendo Jesús en sus modos, su manera de ser, de amar, de servir, de acercarse a cada uno, de hablar del Padre, de dejarse llevar por el Espíritu. Su corazón, ¡que es el Evangelio!, sigue rompiendo mis esquemas, cambiando mi manera de mirar, de entender su Reino, su forma de unirme a Él por medio de los votos, invitándome a caminar sobre el agua con Él y a vivir la paradoja de sus bienaventuranzas.
El Señor me está dejando experimentar esa pequeñez y pobreza con la que una se acerca a este momento, al altar
¿Cómo conociste a Jesús?
A Jesús lo conocí en mi casa, con mi familia, que ha sido como mi Belén y Nazaret. Siempre he pensado que Jesús andaba por casa como uno más, ¡y eso que éramos muchos! Corriendo por los pasillos, sentándose a merendar leche con galletas al terminar el cole, riéndose de las bromas de mis hermanos, ayudando a mi madre a pelar patatas, en el despacho (desde muy temprano) con mi padre, o jugando a “papás y a mamás” con las más pequeñas. Gracias al amor y la pasión de mi madre por Jesús y a la fe sencilla de mi padre, crecí en un ambiente donde el nombre de Jesús y María estaban “naturalmente” en nuestra boca. Es en casa, donde cada uno de mis hermanos, Paula, Luis, Marina, Lucía, Raúl, Arturo, Lola, Alberto, Marta, María, Ana, y Luz, me han revelado un aspecto del rostro de Jesús.
Además, tuve la suerte de estar acompañada por muchos años por la Obra del Opus Dei, en donde sacerdotes, numerarios y numerarias (entre ellos mis hermanos) y numerarias auxiliares me fueron maravillando por la aventura de la santidad, el deseo de Cielo y la certeza de “que no hay amor más grande que dar la vida por los amigos”.
Por providencia amorosa del Señor y sus caminos misteriosos, llegué a la familia del Regnum Christi, donde fui descubriendo el amor real y apasionado de Jesús por mí y su sed de amor por los hombres, mi identidad de hija Amada del Padre, Hermana, Esposa y Madre, llamada a la comunión en el amor. El Regnum Christi es donde me he descubierto tremendamente amada y donde me he enamorado de Jesús y su misión, que nos comparte a todos por puro don, es donde sigo conociendo al Esposo.
¿Cómo te dijo el Señor que te quería consagrada en el Regnum Christi?
Me lo dijo de mil formas antes de que lo entendiera así. Al principio me peleé mucho con la vocación y los planes de Dios, no sabía aún la vida, la plenitud y la belleza de la vocación a la que el Señor me llamaba. La vocación está llena de muchas llamadas del Señor, muchos toques al corazón, de momentos de gracia más palpables y, sobre todo, de la vida ordinaria que el Señor transforma en extraordinaria.
Pero sí hubo un día concreto de mi llamada, que yo le llamo el día de mi “rendición”. Era el día de santa Mónica (otra madre para mí) y cumpleaños de mi hermana Marina, que ha rezado y me ha acompañado siempre para que abriera mi corazón al Señor. Fue rezando con el pasaje de la Anunciación de la Virgen María, una mañana antes del amanecer (y esto ya es raro pues soy bastante dormilona). María le preguntaba a Dios qué quería de Ella y yo con ella, por fin, me atreví a preguntarle lo mismo, con la gracia del corazón abierto, sin resistencia, Jesús me había “conquistado”.
La certeza fue honda en el corazón, no podía más que decir sí; un sí pequeño, pobre, enamorado, con las rodillas temblando. Viendo el amanecer, entendí que Dios se había enamorado de mí, y yo quería corresponderle, decirle Sí. Su promesa fue: “Yo estaré contigo siempre”.
Viendo el amanecer, entendí que Dios se había enamorado de mí, y yo quería corresponderle, decirle Sí
¿Cómo te ves desde que dijiste que sí a Dios hasta ahora que vas a emitir tus votos definitivos como consagrada del Regnum Christi?
La verdad, me veo la misma Paz de siempre, la misma oveja “manchada y traviesa” del Pastor, pero con una conciencia mayor de quién es Él en vida, de quién soy yo, quien soy y “para qué soy” dentro del Regnum Christi y la Iglesia, para qué está hecho mi corazón. He ido aprendiendo (y sigo aprendiendo) a ser hija de Dios Padre, Esposa de Jesús y madre de los hijos de Dios, junto a María y mis hermanos.
¿Qué quiere decir que una consagrada tiene una relación esponsal con Jesús?
Que, por puro amor y don gratuito, nuestra llamada, que compartimos con los demás a ser amada y amar, es, desde “el principio”, sobre todo, a Cristo que nos “amó hasta el extremo” por medio del don total de sí mismo. Con la consagración respondemos a este don con toda nuestra persona y nuestra vida. Significa que soy de Jesús, que mi vida es suya, que le pertenezco, que Él es mi Señor, mi único Tesoro y mi todo.
Ser esposa es entregarse como Él se entregó, es tener la mirada fija en Él, permanecer al pie de Su cruz para dejarse penetrar por su amor misericordioso y recoger de Su costado abierto los tesoros del Reino. ¡Es hacerle presente en el mundo! Reposar la cabeza sobre su corazón, dejarse transformar y hacer por el Espíritu Santo, dejar que Dios lo abrace todo de mí y lo transforme en don para otros. Es saber que tengo en Él “mi ayuda adecuada” y que yo soy la suya. Es compartirlo todo con Él, vivirlo todo con Él.
Lo veo inseparable con el don de la maternidad espiritual y la misión. Cristo nos mantiene unidas a Él, a su corazón, a la vez que, juntos, nos donamos y entregamos a las personas que se nos ha confiado el Padre, asociándonos a la obra de la Redención. Amor recibido y entregado.
¡Es sobrenatural y a la vez… ¡muy real y normal! Me entrego a Alguien que me conoce, que me quiere, con el que camino, con el que me peleo y me reconcilio, al que voy conociendo cada vez mejor, con el que me río y lloro, con el que hablo de cosas profundas y de lo más sencillo de la vida… Con el que vivo.
¿Qué papel juega la familia Regnum Christi en tu experiencia vocacional hasta emitir tus votos definitivos? ¿Y tu comunidad?
El Regnum Christi como familia ha sido un verdadero don en mi experiencia vocacional, no podría entender mi vocación y consagración sin mis hermanos legionarios y consagrados, mis hermanas consagradas y los laicos. Con ellos, he aprendido sobre la comunión en la Trinidad, la complementariedad de las vocaciones y el don particular de cada uno, lo que cada uno nos revela de Dios, que es esencial para el resto de la familia espiritual. También me han abierto el horizonte de la santidad, a ir más allá, a amar a Jesús con todo el corazón y desear dar la vida.
No podría entender mi vocación y consagración sin mis hermanos legionarios y consagrados, mis hermanas consagradas y los laicos
Después de estos años puedo decir que son, de verdad, familia. Si hago memoria, me vienen al corazón muchos legionarios, consagrados y consagradas y laicos que me han acompañado, iluminado, sostenido en momentos difíciles, que se han alegrado con mi alegría, ¡que me han soportado!, que me han llevado a Jesús, me han enseñado el rostro del Reino y del corazón de Dios. Han sido, verdaderamente, testigos del amor de Dios.
Mi comunidad es casa, hogar donde soy amada, donde sigo aprendiendo a amar, donde puedo ser Paz y cada vez más, la Paz de Jesús. Donde me enseñan a mirar el mundo y me lanzan a la misión, siendo también espacio seguro donde puedo descansar y reponer fuerzas.
Ahora estás estudiando Teología y en la pastoral de bachillerato de Highlands Los Fresnos. ¿Cómo te ayuda la Teología a la hora de estar con jóvenes?
Estudiar Teología está siendo una escuela de vida, oración y misión, de encuentro vivo con el Señor. La Teología está siendo el lugar para una mayor profundización de mi fe (como alimento espiritual) y lugar para comprender mejor la misión de la Iglesia, mi misión. No podría separar la Teología, lo que recibo como don en la universidad, de la vida de Fe, de la Iglesia, de mi misión ahora en la pastoral de jóvenes y luego, donde el Señor quiera.
Me está permitiendo reflexionar en primera persona sobre la Fe en Dios, revelado en Cristo, tener bases sólidas, para después llevarlo a mis jóvenes y reflexionar con ellos, abriéndonos al misterio de Dios. Y esta reflexión se hace desde el encuentro personal, con esa persona que ha cambiado mi vida, en el encuentro con el Dios vivo. Me ha permitido entrar en diálogo con el mundo y con mis jóvenes, sobre todo, en poder caminar y hacernos preguntas juntos. San Dámaso es el lugar donde puedo encontrar respuestas iluminadas por la fe, a través de la Revelación.
Por otro lado, al relacionarme con personas de diferentes carismas de la Iglesia dentro de la universidad, me permite ampliar horizontes, enriquecerme, aprender de otros, a la vez de darme cuenta del don que yo he recibido como Consagrada del Regnum Christi, para acogerlo mejor, hacerlo vida y acompañar a mis jóvenes en su camino de seguimiento de Cristo y a encontrar su lugar dentro de la Iglesia.
¿Cómo rezas? ¿Qué te dice ahora el Señor?
Mi oración de estos días está siendo de invitación al Espíritu Santo para que Él ore en mí, para hacer espacio al Señor, para que haga en mí lo que quiera. También le pido a María que me enseñe a rezar como lo haría con Jesús, que me regale su “Hágase”.
Es una oración llena de sed, de encuentro con Jesús en el silencio. Experiencia de abrazo de la Trinidad en mi debilidad. Abrazo donde también van entrando muchas personas, rostros, peticiones y necesidades de otros… Oración de la ofrenda del pobre, de alabanza y adoración por la belleza del Señor.
Mi oración estos días es una oración llena de sed, de encuentro con Jesús en el silencio
Me dice que me quiere con todo su corazón, que también tiene sed de mí. Que confíe en Él, que me deje amar en mi pequeñez, que me basta su gracia, pues su fuerza se muestra en mi debilidad, que lo deje todo en sus manos, que mire a María, que mire a los hijos de Dios, mis hermanos, que confía en mí.
¿Qué le dirías a una chica o a un chico que está discerniendo si Dios le llama a la vida consagrada?
Que se acerque a María, nuestra madre, madre de la vocación. Ella es la mejor amiga y maestra en el camino del seguimiento y contemplación de la belleza del rostro de Cristo.
Que se deje amar por Dios, sólo en el amor y la libertad de los hijos de Dios que descubrimos en el trato con Él, podemos descubrir nuestra vocación. ¡Que Dios lo da todo! “¡No temáis! ¡Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo!” (Juan Pablo II).
Pim, pam, pum
El pasado: “¿Cómo te pagaré Señor todo el bien que me has hecho?”
El presente: Hoy para amar.
El futuro: en manos y el corazón de Dios.
Votos definitivos: Abrazo, sello.
Comunión: don de la Trinidad y fuerza evangelizadora.
Laico: presencia de Cristo en el mundo.
Legionario de Cristo: Buen Pastor y oveja del rebaño.
Consagrada: gota de la misericordia del Señor.
Laico consagrado: ¡Hermano! Sobreabundancia de Dios.
Jóvenes: luz del mundo y sal de la tierra.
Tu familia: el mayor regalo, Nazaret, escuela de amor.
Valencia: casa, luz, color, vida.
Jesús: ¡Mi todo!¡Nuestro todo!
Anillo: eternidad, amor infinito.
Misión: participar de la vida y misterio de Cristo.
Iglesia: Madre, de barro y fuego.
Sufrimiento: misterio
Vida: ¡Qué bonita!
Una canción: “More than words”. Extreme
Un libro: “El Belén que puso Dios”. Enrique Monasterio.
Una película: “La vida es bella”
El número favorito de los Estatutos del Regnum Christi: ¡8, 12, 13…! ¿Sólo uno?
Tu número favorito de las Constituciones de las Consagradas del Regnum Christi: ¡El número 12!: “La consagrada vive desde la experiencia del amor personal, real, apasionado y fiel de Cristo. Fija su mirada en el corazón de Cristo Rey que vino a este mundo a instaurar su Reino entre los hombres y en la sociedad, revelando el amor misericordioso de su corazón manifestado desde la Encarnación, hasta el momento culminante de la cruz y Resurrección. Se deja penetrar por el amor de Cristo conformándose con sus sentimientos, asociándose así, a la obra de la redención”.
Santo favorito: ¿Vale la Virgen María? Si no, San José.
Este artículo fue publicado originalmente por Regnum Christi España.