Margarita Ma. Estrada Barba nació el 28 de junio de 1950 en Tepatitlán, Jalisco, México, (aunque por un error en los documentos oficiales, su fecha de nacimiento figura como el 27 de junio). Es la hija mayor de Enrique Estrada Zamora y Mª del Refugio Barba Soto, ambos fallecidos. Margarita es la mayor de diez hermanos y destaca que, después de su fe en Dios, el regalo más grande que ha recibido en la vida es su familia.
Desde joven, Margarita sintió una llamada especial que cambiaría el rumbo de su vida. Entre los 18 y 19 años, tuvo una experiencia espiritual profunda, que le dio la certeza de que Jesucristo la llamaba a ser completamente suya. Respondió a ese llamado y se consagró a los 19 años, el 8 de diciembre de 1969, comenzando así su vida consagrada en el Regnum Christi, movimiento que marcaría su existencia hasta hoy.
Una vida forjada en la experiencia
Margarita pertenece a la primera generación de cConsagradas del Regnum Christi y a lo largo de más de cinco décadas ha acumulado una vasta experiencia. “Todas las experiencias vividas han consolidado, en la alegría y en el dolor, la certeza profunda de que mi gran amor es Jesucristo”, reflexiona. Es por Él, dice, que dejó a su familia, y es Él quien la ha sostenido en los momentos más difíciles. Este amor es lo que la ha mantenido firme en su vocación y la sigue guiando hasta hoy.
Décadas de formación a mujeres
A lo largo de los años, Margarita ha trabajado en diversas ciudades, y se ha dedicado principalmente a la formación de mujeres de todas las edades. “Ha sido una gracia enorme que Dios me haya concedido entregar mi vida a la formación humana, espiritual y apostólica de la mujer”, comenta con humildad. Margarita destaca la importancia de guiar a las personas a vivir su vida cristiana en plenitud, descubriendo a Cristo como su camino, verdad y vida.
La dirección espiritual, para Margarita, no debería quedarse en un simple acompañamiento, sino que tiene que estar orientada a ayudar a las personas a crecer espiritualmente, especialmente a través de una vida constante de oración y sacramentos. Subraya que, sin esta base, el apostolado corre el riesgo de convertirse en mero activismo, perdiendo su verdadera esencia.
Sobre el cambio cultural
Al reflexionar sobre cómo ha cambiado la cultura en más de 50 años de vida consagrada, Margarita observa que, en general, el Regnum Christi ha evolucionado de manera positiva: “Es más humano, más abierto, más sencillo y humilde”. Sin embargo, siente que también ha perdido cierta intensidad y firmeza.
Un legado de formación en el Instituto DAR
Margarita dedicó varios años a la formación de religiosas en el Instituto DAR, una experiencia que la enriqueció profundamente. “Disfruté y aporté todo lo que había recibido en el campo de la formación humana y nuestra espiritualidad cristocéntrica”, afirma. Aunque su misión no era transmitir el carisma del Regnum Christi, Margarita dejó una huella imborrable al compartir su amor y experiencia de Cristo, junto con la alegría de ser de Dios.