Nos despedimos de papa Francisco con el corazón lleno de gratitud. Su vida de entrega, amor y dedicación a Dios y a la humanidad ha sido un faro de esperanza para la Iglesia y el mundo entero. Hoy, confiamos en que se ha reencontrado con el Señor a quien sirvió con tanta fidelidad.
Desde el inicio de su pontificado, papa Francisco se distinguió por su cercanía y humildad, por su incansable esfuerzo por caminar junto a los más pequeños, los más vulnerables, aquellos que más necesitan la misericordia de Dios. Su amor por los pobres, su valentía para denunciar las injusticias y su incansable labor por la paz y la unidad fueron rasgos que lo hicieron único.
Como consagradas, dedicamos nuestra vida y misión al servicio de la Iglesia y de las personas. Esto incluye también nuestro compromiso con el Papa, a quien algunas de nuestras hermanas han querido despedir evocando momentos especiales compartidos con él, ya sea en encuentros personales en Roma o por la inspiración que su vida y testimonio les han brindado.
“Muy querido Santo Padre, gracias por su cercanía y por haberme permitido tener un intercambio de bendiciones entre un Padre y una hija. Lo quiero y admiro mucho”. -Mariana Ortega.
El Papa Francisco no solo era un líder espiritual, sino también un padre amoroso que, con su ejemplo, enseñó a todos cómo vivir el Evangelio con radicalidad y con una fe viva y comprometida. Lisa Small lo describe de manera profunda: “Estar con el Papa Francisco fue como estar con un padre. Me sentí tan conmovida al verle entregarse por los demás. Es difícil de describir, pero uno siente en él a un representante de Dios que nos da seguridad y confianza”.
Carmen Iturralde, quien encontró una nueva profundidad en su amor por María gracias a papa Francisco, expresa con cariño y gratitud: “Gracias, papa Francisco, Vicario de Cristo en la tierra, por transmitirnos con su simplicidad de Pastor, el no tener miedo a oler a oveja, a invitarnos a hacer lío positivo en la sociedad, a buscar y amar a María como Madre que intercede por todos los nudos que traemos en el corazón, y por atrevernos a construir puentes en lugar de muros con nuestros semejantes”.
Por su lado, Caro Buitrago expresa: “papa Francisco, un pastor que nos ha enseñado el arte del discernimiento, de la escucha a Dios, al prójimo y a los signos de los tiempos. Gracias por impulsar la misión en salida de la Iglesia”.
Monica de Mattos tuvo el honor de participar en una de las catequesis sobre la esperanza que el papa organizó como parte de las celebraciones del año jubilar este 2025. Ese día, en la Basílica de San Pedro, tuvo un encuentro que la marcó profundamente. A pesar de que el papa ya estaba visiblemente cansado, su presencia seguía derramando amor, esperanza y una entrega absoluta. “Aun sintiéndose mal, estuvo con nosotros, irradiando alegría y transmitiendo amor y esperanza”, recuerda Monica. “Fue un día verdaderamente especial, un encuentro que atesoraré en mi corazón por el resto de mi vida”.
Mariana Esquer, por su parte, resalta el cariño y la dedicación del Papa hacia los más necesitados, especialmente a los más pequeños: “El papa Francisco es un pastor que vela por los más pequeños”. Su dedicación por los más vulnerables será siempre siendo un faro que guiará a la Iglesia hacia la misión de acompañar a los que más sufren.
El Papa Francisco nos invitó constantemente a la conversión del corazón, a ser una Iglesia en salida y a vivir con autenticidad el Evangelio. En el Discurso del Santo Padre Francisco a los participantes en el Capítulo General de los Legionarios de Cristo y a las Asambleas Generales de las Consagradas y de los Laicos Consagrados del Regnum Christi (29 de febrero de 2020), nos dejó reflexiones que hoy cobran aún más significado.
“La renovación no es simplemente cambiar estructuras, sino cambiar de corazón, evitar caer en la autorreferencialidad, aprender a vivir en la verdad y en la misericordia.” (Discurso, 29 de febrero de 2020)
Nos recordó que la verdadera transformación no ocurre solo con reformas externas, sino con una renovación profunda de la identidad y misión.
“Los carismas en la Iglesia no son algo estático, sino que crecen, se desarrollan, se purifican en contacto con la vida eclesial y con la realidad de los pobres y sencillos.” (Discurso, 29 de febrero de 2020)
Su enseñanza nos anima a mantener vivo el carisma del Regnum Christi, no como un ideal rígido, sino como un don en constante crecimiento al servicio de la Iglesia y de los más necesitados.
En este mismo mensaje, el Papa nos advirtió sobre el peligro de la mundanidad espiritual:
“La mundanidad espiritual, que es lo peor que puede suceder en la Iglesia, lleva a la autosuficiencia, a vivir en el engaño, a pensar que ya se ha cambiado porque se han adoptado nuevas estructuras o normativas, pero el corazón sigue lejos de Dios.” (Discurso, 29 de febrero de 2020)
Su legado nos desafía a vivir con autenticidad, sin contentarnos con cambios externos, sino buscando siempre la conversión personal y comunitaria.
A pesar del dolor de su partida, su vida nos deja un mensaje claro: vivir el Evangelio de manera auténtica, con esperanza, amor y valentía. Su pontificado nos mostró cómo ser una Iglesia en salida, dispuesta a acompañar a todos, especialmente a los más vulnerables.
Nancy Nohrden, directora general de las Consagradas de Regnum Christi, reflexiona sobre el papado de Francisco y su legado:
El Papa Francisco ha pastoreado la santa Iglesia Católica durante los últimos 12 años, entregando su vida y salud para servir como nuestro Pastor y guiarnos en los caminos del Espíritu.
Personalmente, siempre estaré profundamente agradecida por su valiente apertura y por alentarnos a verdaderamente encontrarnos con cada persona donde se encuentren en sus vidas con el amor misericordioso de Jesucristo… este es realmente el mensaje del Evangelio. Creo que deja a la Iglesia con un legado revolucionario de apertura al Espíritu Santo, discernimiento de los signos de los tiempos y animándonos a edificarnos como el Cuerpo de Cristo a través de la voz de cada uno de sus miembros.
Santo Padre Papa Francisco, encomendamos tu alma a la tierna intercesión de nuestra Santa Madre, María, a quien siempre nos diste un ejemplo de verdadera devoción filial. En la experiencia de pérdida y dolor, mantengamos al Cristo Resucitado presente ante nuestros corazones… “Este es el día que ha hecho el Señor; regocijémonos y alegrémonos en él, ¡Aleluya!”
Gracias, papa Francisco, por tu entrega y tu amor incondicional. Sabemos que tu luz seguirá guiándonos.
Que el Señor te reciba en su gloria, y que, desde el cielo, sigas intercediendo por todos nosotros.