Dónde estamos

Las Consagradas del Regnum Christi somos mujeres con una vocación y una misión específica dentro de la Iglesia. A ejemplo de Jesús, nos sentimos llamadas a impregnar las realidades cotidianas de humanidad, cuidado y empatía.

Reconocemos que cualquier forma de abuso causa un dolor profundo y afecta gravemente a quien lo ha sufrido, a su familia y también a la Iglesia. Por eso, estamos firmemente comprometidas en crear y mantener ambientes seguros para los menores de edad y personas vulnerables que participan en nuestras actividades apostólicas, educativas y pastorales.

Queremos manifestar con claridad nuestra determinación de prevenir y enfrentar conductas que puedan derivar en cualquier tipo de abuso. Para ello, contamos con códigos de conducta, manuales de ambientes seguros y protocolos de actuación ante quejas, informaciones o denuncias. En la elaboración de estos documentos hemos recibido el asesoramiento de profesionales en psicología, derecho civil y canónico, así como de expertos de otras instituciones eclesiales. Además, se han tenido en cuenta las disposiciones de la Santa Sede, las conferencias episcopales correspondientes y las leyes civiles de cada país.

Creemos que es importante que existan instancias a las que personas afectadas puedan acudir y que cuenten con la seguridad de que se dará cauce a lo que expresan. Si alguien ha sufrido un abuso por parte de un miembro de la Sociedad de Vida Apostólica “Consagradas del Regnum Christi”, lo invitamos a contactar a la encargada de ambientes seguros del territorio correspondiente, cuyo correo electrónico está en esta misma página. Queremos que toda información, queja o denuncia sea atendida desde el respeto y la caridad hacia todas las personas involucradas, para lo que buscamos escuchar, conocer los hechos, tomar las medidas oportunas y avanzar en un camino de sanación y reconciliación.

Escuchamos la urgencia con la que el Papa Francisco nos pide hacer presente en nuestra vida y misión el sufrimiento de las personas que han sido víctimas de abusos sexuales, de poder o de conciencia:

Hoy nos vemos desafiados como Pueblo de Dios a asumir el dolor de nuestros hermanos vulnerados en su carne y en su espíritu. Si en el pasado la omisión pudo convertirse en una forma de respuesta, hoy queremos que la solidaridad, entendida en su sentido más hondo y desafiante, se convierta en nuestro modo de hacer la historia presente y futura,

en un ámbito donde los conflictos, las tensiones y especialmente las víctimas de todo tipo de abuso puedan encontrar una mano tendida que las proteja y rescate de su dolor^[1]. Tal solidaridad nos exige, a su vez, denunciar todo aquello que ponga en peligro la integridad de cualquier persona^[2].

Por ello, nos comprometemos a hacer todo lo que esté en nuestras manos para responder eficazmente a este desafío eclesial que nos pide reconocer los hechos, convertirnos cada una y como institución, así como poner los medios para impulsar un proceso de cambios profundos y una cultura de protección y cuidado, a partir de nuestra firme convicción de la dignidad de cada ser humano.

[1] Francisco, exhortación apostólica Evangelii Gaudium, 24 de noviembre de 2013, n. 228.

[2] Francisco, exhortación apostólica Gaudete et exsultate, 25 de marzo de 2018, n. 165.

Coordinadoras de ambientes seguros: