por Edurne Fuente
Como todo en el año pasado, también los ejercicios espirituales de la sección de jóvenes femenino de Bogotá estuvieron marcados por la pandemia. Desde hace más de 6 años, las jóvenes esperan realizar, antes de la Navidad, sus ejercicios espirituales. Durante este tiempo hemos ido adquiriendo la experiencia que nos ha permitido adaptarnos a las necesidades de hoy sin perder el sentido y fin de los mismos.
Aprovechamos la Misa dominical de la mañana como punto de partida y finalizamos un jueves con la misa conclusiva. Para poder dar la atención que cada persona necesita, siempre hemos contado con la presencia de un Legionario de Cristo como predicador y administrador de los sacramentos. Una consagrada es quien se encarga de las charlas, los coloquios y la dirección espiritual. Quisimos darles grandes espacios de tiempo libre para que las jóvenes pudieran orar de manera personal. Prescindimos de todo aquello que fuera motivo de distracción, dejando mucha libertad al Espíritu Santo.
Este año introdujimos dos grandes novedades: los coloquios diarios y los ecos. Los coloquios son conversaciones con la consagrada para valorar cómo está la persona, qué cosas no le están permitiendo vivir bien o meterse en profundidad en los ejercicios y cómo puede aprovechar mejor sus momentos de oración. La dirección espiritual es siempre recomendada, pero son ellas las que la deben pedir. Si es posible, las directoras espirituales pueden venir, pero también existe la posibilidad de ser atendidas online.
Los ecos son la otra gran novedad. Al mediodía, después de almorzar y de un tiempo de descanso se tienen los ecos: en un ambiente de oración, se invita a las participantes a que compartan el paso de Dios por su alma en ese día. Se escucha a cada persona que quiera intervenir sin interrumpirla y se finaliza con un canto. Ayuda mucho porque, lo que una comparte, es el eco de lo que la otra necesita oír para aclarar, profundizar y abrir nuevas puertas. Es un espacio que necesitamos para descubrir la voz de Dios en el silencio.
La predicación es sencilla: Cristocéntrica y desde el Evangelio, las pautas y los subsidios son para el tiempo personal.
Los ecos han ayudado a conceptualizar y compartir lo que Dios está haciendo en sus almas, por eso, el último día se realiza la Tribuna Libre que ayuda a concretar esas luces en compromisos y decisiones. También se motiva a las jóvenes a invitar a su familia, novio o amigos a la misa conclusiva. De esta manera compartimos los frutos de Dios con los seres queridos.
Este año, debido a la pandemia, introdujimos una actividad nueva. Fue un “simulacro” de encuentro con Cristo. ¿Por qué se nos ocurrió esto? Dado que todo era virtual, veíamos que los encuentros iban perdiendo fuerza y descubrimos que, parte de la razón era porque no se estaban haciendo bien. Así que aprovechamos uno de los pasajes que se habían predicado en los ejercicios y se trajo un caso de vida ad hoc con la predicación de las charlas.
El buscar una casa cogedora, con un servicio cálido, una comida rica; el entregarles su cuaderno, tener detalles sencillos como caramelos, galletitas etc., ayuda a que se sientan cómodas y relajadas.
Esta experiencia aporta una gran profundidad, transformación y crecimiento en la relación personal con Dios. El tener un espacio grande para estar en silencio encontrándose con ellas mismas y con Dios; el saber que tienen 100% a disposición un sacerdote y una consagrada; disponerse sin prisas, con contenidos sólidos y, con la apertura con la que llegan, produce mucho fruto.
Este año pensábamos que no los íbamos a poder realizar por las restricciones y porque las casas de ejercicios no estaban disponibles; pero está claro que Dios lo quería, porque se consiguieron los premisos y se contó con un predicador de lujo.