Testimonio vocacional María José Maza Moreno
Cuando alguien quiere saber sobre nuestra vocación, una de las preguntas más recurrentes es: “¿Por qué quisiste ser consagrada?” Y al menos para mí esa es una pregunta difícil de contestar. No es que un día yo me levanté y dije “quiero ser consagrada” sino que es una historia de dos personas que se van uniendo, la de Jesús y la mía.
A veces también nos imaginamos que el llamado vocacional es un momento particular de la vida, como si Dios irrumpiera tu vida de manera estrepitosa y te pidiera seguirlo, pero al menos para mí no fue así. Claro que hay momentos importantes donde Dios habla un poco más claro, pero es el conjunto de ir recorriendo una vida a su lado lo que va dando claridad a esa voz de Dios.
Es por esto, que comenzaré a contar un poco mi historia y cómo Jesús fue entrando en ella y cómo al estar en ella fue invitándome a caminar a su lado de manera particular.
Soy la quinta de seis hermanos, crecí en un ambiente donde la fe era parte importante de nuestra vida cotidiana. Desde muy pequeña íbamos como familia a misiones, estuvimos todos en el Colegio Andes de San Luis. Estos primeros años de mi vida fueron años donde Jesús fue entrando a formar parte de mi vida de una manera muy natural.
Con la naturalidad que llegó la fe a mi vida, así también llegó la conciencia de que existían distintas posibilidades en mi vida, la de formar una familia o entregar mi vida a Dios. No recuerdo cuándo fue la primera vez que conocí a una consagrada, eran parte de mi vida y de la de mi familia. Creo que esta cercanía con las consagradas hizo que mi familia y yo pudiéramos comprender y entender esta moción interior de irme a los 14 años para comenzar un proceso vocacional.
¿A los 14 años? Sí, a los 14 años. Me fui a esta edad pues años atrás Dios había puesta una semilla en mi corazón que me hacía preguntarme y preguntarle si quería que fuera consagrada. En esos años comencé a conocer de otra manera a Dios, a Jesús; comencé a darme cuenta, que si Él me pedía esto no
era solo lo que yo veía que dejaba o me costaría sino era porqué el me quería a su lado.
Estuve tres años y medio en el Centro Estudiantil de Monterrey, donde le dejé a Jesús la puerta abierta de mi vida para que me dijera si me quería solo para él. Como parte de este proceso vocacional decidí regresar el último semestre de prepa a mi casa. Esta decisión fue muy importante ya que regresando a mi casa descubrí que lo que realmente me hacía feliz era tenerlo en mi vida, ahí me di cuenta, que Jesús m
e haría feliz en donde yo decidiera estar, y en ese momento yo decidí escoger lo que Él quería de mí.
Terminando la prepa regresé a Monterrey, al Candidatado, donde estuve dos años antes de mi consagración. Este tiempo de Candidatado para mi fue un comprender que no solo seguía a Jesús en este camino concreto porque Él lo quería, sino porque el vivir solo para Él era lo que daba sentido a mi vida. Esos años también luche mucho con la idea de que una consagrada tenía que ser “de una manera determinada”, pero me di cuenta que era falso, y como yo soy es como Jesús quería que fuera su consagrada.
Felizmente me consagré el 22 de agosto de 2015, esta consagración fue temporal por tres años, en los que estudié teología en Madrid. En el 2018 hice mi renovación de votos temporales por otros tres años e hice mis prácticas apostólicas en el Colegio Irlandés de la Ciudad de México.
Estos años de votos temporales para mí han sido muy importantes, el amor de Dios ha entrado de una manera muy profunda a mi vida, confirmándome en este camino y dándome una profunda libertad para poder decidir y apostar mi vida por seguirlo de manera concreta como Consagrada del Regnum Christi.
El que hoy esté aquí a punto de emitir mis votos definitivos, no fue por que yo quise, porque me atrajo la vida de las consagradas, fue una invitación de Dios a lo largo de todos estos años de mi vida donde nuestros caminos se fueron uniendo cada vez más para que siendo más yo, Él pueda vivir más en mí, y siendo de Él, pueda ser para todos.