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Sabine Laxague y el apostolado “Evangelio en el Corazón”

Sabine Laxague, consagrada del Regnum Christi, nació en Argentina en el seno de una familia francesa.  Fue consagrada en Roma hace 20 años. Ha trabajado en Suiza y Francia, en la Academia Le Châtelard, además de servir en la diócesis, en pastoral juvenil y como coordinadora de catequesis y liturgia. Actualmente trabaja en Buenos Aires en el apostolado “Evangelio en el Corazón“.  

El Evangelio en el Corazón es un modo de recibir y transmitir la Palabra, basado en la transmisión oral propia de la cultura judeo-cristiana. “El Evangelio en el Corazón propone volver a la pedagogía instituida por Jesús y sus apóstoles: aprender el Evangelio de memoria, de corazón a corazón, en pequeños grupos, guardarlo dentro de uno mismo, en el corazón, meditarlo y luego poder darlo a quienes lo necesiten.” 

“Conocí el Evangelio del corazón por una tía mía, que vivía en Francia”, afirma Sabine. “Ella había empezado a guardar la palabra en su corazón y una vez tomándonos un café en la cocina empezó a proclamar las bienaventuranzas.  Esto me impresionó, al ver que una persona normal fuera capaz de proclamar la palabra en medio de los gestos de la vida ordinaria. Unos meses después todo esto siguió dándome vueltas en el corazón y empecé yo también a memorizar algunos pasajes. Me cambio la vida y mi oración. La Palabra fue instalándose gota a gota en lo profundo de mí cuerpo y de mi corazón. Decidí llevarlo al colegio donde estaba trabajando y me di cuenta de la experiencia de este acontecimiento como Palabra viva que estaba siendo al ser encarnada también en el otro.  

Cuando dejé de estar en el colegio, en las catequesis de la parroquia pude aplicar el Evangelio del Corazón. Llegando a Argentina, quería hacer lo mismo en español. Me contacté con un matrimonio que estaba familiarizado con el tema y empezamos a armar los grupos”. 

Sabine considera que este apostolado se lleva de palabra y de gesto: “los dos juntos. Lo que primero se transmite son los gestos, el ritmo y cierta melodía propia de la Palabra. Poco a poco, respetando el ritmo de cada uno, la edad y el modo de aprendizaje del ser humano, naturalmente la persona va asociando la palabra al gesto aprendido e interiorizado”. Su deseo es que todos los hombres, “como María, guarden la Palabra de Jesús en el corazón profundo, permitiéndole encarnarse en uno mismo…en sus gestos, en su voz, en su corazón”.