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El camino del servicio: Transformando vidas a través de la dedicación y la entrega | Margarita Martínez

Mi relación con el Regnum Christi comenzó a una edad muy temprana, siendo alumna del Colegio Oxford. Desde preescolar ya formaba parte de esta comunidad. Tuve una infancia feliz y al llegar a la adolescencia las preguntas existenciales me llevaron a dar respuesta a inquietudes vocacionales que ya el Señor había sembrado en mi corazón. Después de un período de discernimiento mi vocación se hizo clara cuando, al terminar mi bachillerato en 1996 emití mis votos y me consagré a Dios como laica consagrada en el Regnum Christi. La vocación es un llamado de Dios, Él fue quien me llamó a que mi vida fuera dedicada en cuerpo y alma a servirle. Desde entonces, he tenido la oportunidad de trabajar en diversas obras educativas, como colegios, academias de intercambio y campamentos alrededor del mundo, incluyendo Estados Unidos, España, México, Irlanda y Colombia.

Hoy en día me desempeño como subdirectora de la academia Le Châtelard en Suiza, la cual tiene 32 años de historia bajo el cuidado de Oak International Academies. Esta nueva etapa de mi vida, que he experimentado, ha nutrido mi perspectiva en el espíritu de servicio, una virtud que puede cambiar vidas e incluso transformar comunidades.

El camino del servicio
Para mí, el espíritu de servicio nace de Jesús, quien fue el primero en servir desde el momento en que nació de una mujer por obra del Espíritu Santo. Personalmente defino el servicio como una donación incondicional que busca hacer crecer a los demás. En toda mi labor, lo que quiero es que las personas crezcan, que encuentren un desarrollo personal, que quieran salir adelante y que puedan sacar su mejor potencial.

Vivir en la academia me ha ayudado a recorrer todos los días el camino del servicio, pues esto implica estar en una constante actitud de donación, buscando siempre el bienestar de las alumnas y sus familias. La atención personalizada es algo crucial, tanto para las alumnas como sus padres e incluso para el personal de la academia, pero considero que la clave para desempeñar nuestra labor está en la disponibilidad y el compromiso sincero a cada persona. Al ser una comunidad que está al pendiente de todas es importante que tengan la confianza de buscarte para guiarlas, aconsejarlas, escucharlas, o simplemente tener una conversación con un café.

¿Y no es esto lo que haría nuestro Señor, quien vino a servir a la humanidad?

La dedicación y la entrega en el servicio

En Le Châtelard, nuestro esfuerzo va más allá de la excelencia académica, pues nos enfocamos en fomentar el espíritu de servicio en las alumnas. Las actividades sociales, como las visitas a ancianos y las misiones en Lourdes, son esenciales para desarrollar esta virtud. Aunque las alumnas tienen la oportunidad de viajar a lugares exóticos, me conmueve ver que valoran más las experiencias de servicio en Lourdes, donde encuentran una profunda alegría al ayudar a los demás.

Lo que más me inspira y me llena de gratitud a Dios es ver la transformación de las alumnas a través de estas experiencias. Ellas me enseñan cada día sobre la importancia del servicio desinteresado. Al ver su crecimiento y dedicación, me doy cuenta de que ellas también me ayudan a ser una mejor persona. Su entusiasmo y entrega me recuerdan constantemente el verdadero significado del servicio y me impulsan a seguir mejorando en mi vida personal.

Estas actividades no solo enriquecen la vida de las alumnas, sino que también refuerzan la idea de que el ser humano está hecho para donarse. La dimensión social y apostólica de la formación en Le Châtelard es crucial para crear líderes que entienden la importancia del servicio desinteresado. Aprendo tanto de ellas como ellas de mí, y eso es lo que hace que este camino de servicio sea tan valioso y transformador.

 

La gratificación que existe al tomar el camino del servicio

Aunque el camino del servicio está lleno de desafíos, como la falta de gratificación inmediata, intentemos recordar siempre que el verdadero propósito del servicio es el amor a Dios y a los demás. Es una realidad que a veces no hay gratificación instantánea, pero debemos hacerlo por amor. La semilla Dios la siembra en sus corazones y confío que dará su fruto en el tiempo favorable.

El espíritu de servicio se encuentra en la experiencia diaria de donarse, de mirar las necesidades del otro antes que las propias. En esta entrega desinteresada encontramos la verdadera felicidad. Hay más alegría en dar que en recibir, y el espíritu de servicio no solo transforma a quienes servimos, sino también a nosotros mismos. Concluyo dando gracias a Dios por esta misión de vida de dar la vida por los demás y ser testigo de que Dios es el Señor de la vida y de la historia. ¡A Él toda la gloria!

Este artículo fue escrito por Margarita Martínez, consagrada, y publicado originalmente en Misión Común Edición Agosto 2024.