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Mujeres de esperanza: la vida consagrada responde al llamado de la transformación

Con la presencia de más de 900 participantes —entre ellas Nancy Nohrden, directora general de las Consagradas del Regnum Christi— concluyó en Roma la XXIII Asamblea Plenaria de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG). El evento, celebrado del 5 al 9 de mayo bajo el lema “La vida consagrada: una esperanza que transforma”, cerró con una fuerte llamada a renovar la vida religiosa femenina como signo profético para el mundo y para la Iglesia. 

Durante cuatro días, religiosas de más de 60 países se reunieron para discernir juntas los desafíos que afronta la vida consagrada hoy: la pobreza, la violencia, el tráfico de personas, y otros temas – todo en el contexto de un compromiso por una Iglesia verdaderamente sinodal. El encuentro estuvo marcado por un espíritu de escucha y diálogo, con espacios de oración, reflexión comunitaria y testimonios procedentes de contextos de dolor y periferia. 

La clausura de la Asamblea se centró en la proclamación de un mensaje final que invita a las congregaciones femeninas a ser “mujeres de esperanza” y protagonistas de una transformación profunda. Al concluir la plenaria, entre otros puntos, las superioras generales se comprometieron a ser cada vez más: 

  • Mujeres de paz, resilientes, que permanecen al pie de la cruz. 
  • Mujeres sinodales, que crean comunidades evangélicas e inclusivas. 
  • Mujeres proféticas, que incluso en la vejez, la enfermedad o la fragilidad, siguen siendo signos de esperanza. 

«Como mujeres a quienes se ha confiado el liderazgo de nuestras congregaciones, nos comprometemos a alimentar la esperanza dentro de nosotras mismas y a transmitirla, porque ‘ponemos toda nuestra esperanza en la gracia que nos llega por medio de la revelación de Jesucristo’ (1 Pe 1,13)», concluye la declaración. 

La hermana Mary Barron, presidenta de la UISG, cerró el encuentro con una exhortación clara: “Necesitamos un cambio de mentalidad que nos permita descubrir lo nuevo que el Espíritu quiere suscitar en nosotras y a través de nosotras”. 

Esta Asamblea deja claro que la vida consagrada no teme al cambio: se deja interpelar y se proyecta hacia el futuro con audacia evangélica. Desde la sinodalidad, la fragilidad abrazada y la esperanza compartida, las religiosas se preparan para seguir tejiendo comunión en medio de un mundo herido. 

Artículo original, aquí. 

 

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