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Una promesa que Él sostiene: grupo de consagradas celebra su 25° aniversario

Cinco mujeres, cinco historias entrelazadas por una misma vocación y un mismo carisma, se detienen para mirar lo que han vivido y hacia dónde caminan. ¿Cómo se sostiene una entrega total a Dios cuando el camino incluye desafíos personales, pruebas institucionales y llamados a renovarse continuamente? ¿Qué significa hoy vivir una vocación consagrada en medio de una sociedad en constante cambio? Sus voces, profundas y serenas, nos abren la puerta a una experiencia de fidelidad discreta, de esperanza luminosa y de una vida consagrada que se reinventa sin perder su raíz.

Una celebración en el corazón de la Iglesia

En el año del Jubileo de la Esperanza y con el telón de fondo de una Roma siempre viva, luminosa y espiritual, un grupo de consagradas del Regnum Christi se dio cita para conmemorar este importante acontecimiento: 25 años de vida consagrada. Fue una peregrinación para dar gracias por un camino recorrido con fe, por una historia vivida entre gozos y pruebas, y por la fidelidad inquebrantable de un Dios que, como coinciden en decir, «no se deja ganar en generosidad».

Cada una de ellas llegó a esta celebración con su propia historia, marcada por decisiones tomadas en su primera juventud, por un camino que pone a prueba la autenticidad de los compromisos, y por la certeza — renovada cada día — de que decirle «» a Dios es una promesa que Él mismo se encarga de sostener.

Andrea Meléndez González, una de las consagradas que celebró este aniversario, describe cómo un vídeo que grabó su papá en la primera visita que le hizo cuando ella estaba iniciando su formación, reavivó la memoria de su llamado. «En un punto del video, que tomó un tono más serio, toqué el punto de hacerles comprender lo que era seguir un llamado. Les compartía esto: “vivo una vida sencilla, pero todo con una intención: amar a Dios en cada cosa que hago”. Me vi en esas imágenes siguiendo mi llamado, eso que sólo uno identifica en el interior, y que ha estado ahí latente a través de toda mi historia».

Promesa que Él sostiene: consagradas celebran su 25° aniversario
Andrea Meléndez González

Ese tipo de recuerdos reafirman convicciones. Andrea afirma que, a su yo de hace 25 años, no le cambiaría nada: «A mi yo de hace 25 años toda mi admiración porque, sin saber lo que vendría, inició feliz dispuesta a seguir a Dios. Así que le agradezco su fe, su ilusión, su valentía. Como bien me dijeron mis papás: “ve y sigue el llamado en tu corazón, lo único que puede pasar es que Dios te haga muy feliz”».

Madurez y misión en tiempos de renovación

Las consagradas del Regnum Christi no celebran estos 25 años en un contexto idealizado. Ellas mismas han vivido — y acompañado desde dentro — momentos de crisis, revisión y renovación profunda dentro de sus comunidades. Desde las primeras etapas de formación, pasando por momentos históricos de purificación, hasta el impulso actual por una misión más clara y encarnada, sus historias personales se entrelazan con una historia institucional marcada por el deseo de verdad, de sanación y de fidelidad al Evangelio.

«A las consagradas de hoy las veo más conscientes, más humanas y echando más raíces en Dios. En mi camino me han acompañado grandes hermanas, que pensando en ellas veo mujeres de bien, mujeres de oración, mujeres que han buscado hacer verdad y han vivido dando amor. Las veo y me alegro de poder gozar de su amistad, de su consejo, de compartir los retos que seguimos teniendo en crear comunidad, en vivir la obediencia y la humildad», comenta Andrea.

Promesa que Él sostiene: consagradas celebran su 25° aniversario
María de Lourdes Zorrilla Garza

María de Lourdes Zorrilla Garza comparte una mirada semejante. Su lectura de este momento histórico es directa y esperanzadora: «Hemos vivido momentos de prueba, de cuestionamientos profundos, de purificación… pero también de gracia. No somos las mismas de hace unas décadas. Verlas me llena de orgullo y de profunda gratitud a Dios por sostenernos». En sus palabras resuena una profunda transformación interior, donde ya no se trata solo de «sostener estructuras», sino de dejarse renovar por el Espíritu Santo, para dar un testimonio más audaz, más evangélico, más humano.

Es una etapa de transición, pero también de testimonio. Mujeres que han atravesado desiertos con fe, que conocen el cansancio, pero también la esperanza. «Este es un momento de gracia», concluye Lourdes, «si seguimos dejándonos modelar por la Palabra y por la realidad, el testimonio de las consagradas seguirá siendo un signo luminoso del Reino».

La sinodalidad: un nuevo modo de caminar como familia espiritual

Uno de los grandes aprendizajes de este tiempo ha sido el ejercicio de la sinodalidad, un término que para algunos puede sonar abstracto, pero que en la vida cotidiana de las consagradas se traduce en algo concreto: compartir la misión con otras vocaciones, dialogar con humildad, construir juntos. Virmar Visconti lo ha vivido como un don desde el inicio de su vida consagrada. «He podido colaborar con legionarios de Cristo, laicos consagrados, y por supuesto con mis hermanas consagradas. Ha sido una riqueza, y también un aprendizaje continuo».

Promesa que Él sostiene: consagradas celebran su 25° aniversario
Virmar Visconti

La sinodalidad no se improvisa. Exige apertura, escucha, humildad y tiempo. Virmar reconoce los retos: «Superar visiones parciales, construir confianza mutua, aprender a ceder, saber esperar los tiempos del Espíritu». Pero también afirma que cuando hay verdadera comunión, los frutos no son solo acuerdos operativos, sino experiencias profundas de Dios actuando entre ellos. «Este camino de sinodalidad nos está ayudando a madurar como familia espiritual».

Para Lizy Dueñas Obregón, este proceso ha implicado un cambio cultural profundo. «Antes, cada rama consagrada iba por su cuenta. Hoy compartir la misión exige un gran esfuerzo por conocernos de verdad. No desde apariencias o prejuicios, sino darnos la oportunidad de vernos, valorarnos y complementarnos». Reconoce que aún están en camino, pero también que hay belleza en la diversidad y riqueza en la identidad de cada vocación. Aprender a vivir juntos el carisma del Regnum Christi no es fácil, pero es necesario.

Promesa que Él sostiene: consagradas celebran su 25° aniversario
Lizy Dueñas Obregón

Renée Pomarico aporta una perspectiva más: la de quien dio su «sí» a Dios, en Roma, en el Año Jubilar 2000, y que hoy, 25 años después, tiene la oportunidad de renovar su «sí» en el mismo lugar y en el marco del Jubileo de la Esperanza 2025. «Hoy vivo aquí, y tuve la gracia de saludar al Papa Francisco y recibir su bendición. Mi corazón se llena de gratitud». Su mirada sobre el caminar del Regnum Christi es clara: «Las consagradas han vivido esta transición con docilidad, en diálogo constante con las otras vocaciones. Ha habido desafíos, pero también mucha esperanza. Queremos seguir caminando en conjunto como familia espiritual y cuerpo apostólico».

Reflexiones del «XIV Seminario de Comunicación Eclesial»
Renée Pomarico en la misa donde el Papa Francisco bendijo su anillo de consagración.

El tiempo como herencia: vivir el presente con horizonte de eternidad

Uno de los temas que atraviesan todas es el paso del tiempo. Pero no como un simple conteo de años, sino como una narrativa espiritual. ¿Qué significa haber dado un «» hace 25 años? ¿Qué cambia, qué permanece? Lizy Dueñas lo expresa así«La vida se pasa rápido. Pero al detenerme un poco, veo tanta presencia de Dios en cada momento. Vivir el momento presente es la invitación de Dios en todos los tiempos».

Virmar retoma el salmo 15 para resumir lo que siente: «El Señor es la porción de mi heredad. Me ha tocado un lote hermoso y me encanta mi heredad». Y concluye diciendo«Definitivamente, Dios no se deja ganar en generosidad. Vale la pena darlo todo por Cristo». 

María de Lourdes también mira hacia atrás con un mensaje muy veraz«Lo que hoy te parece renuncia, con el tiempo lo verás como plenitud. Ama sin medida, confía sin reservas, y recuerda siempre por qué dijiste . Ese sí será sostenido cada día por la gracia».

Renée constata que ha habido grandes desafíos, curvas de aprendizaje y caminos de crecimiento. «He percibido un fuerte sentido de responsabilidad, madurez y creciente discernimiento en todo este proceso. Hemos experimentado la fidelidad de Dios, la caridad de nuestros hermanos legionarios, laicos consagrados y miembros laicos en el camino de renovación y tenemos la firme esperanza de seguir caminando juntos como familia espiritual y cuerpo apostólico en el Regnum Christi».

A 25 años de haber iniciado un camino que hoy en día pocas personas se atreven a recorrer, las consagradas no solo celebran el pasado, sino que lo entregan nuevamente, conscientes de que lo más hermoso de su vocación no está en el prestigio ni en el reconocimiento, sino en la fidelidad diaria, sencilla, escondida. Porque como bien dicen: «lo único que puede pasar es que Dios te haga muy feliz».