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Fallecimiento de Lolita Medina Navarro | «En la casa del Señor habitaré para siempre» (Sal 23, 6)

María Dolores Medina nació en San Miguel de Abona, Tenerife, España, el 4 de octubre, de 1927. En 1942 comienza sus estudios en la Escuela Nacional de Magisterio de La Laguna en la que fue su vocación: la docencia. Al finalizar sus estudios de magisterio comienza a preparar las oposiciones en una Academia en La Laguna, aprobadas en 1948. Comienza entonces su vida docente en La Cuesta, Adeje, Charco del Pino y San Miguel de Abona.  

En 1970, Lolita acepta la dirección del primer Centro de formación de las Consagradas del Regnum Christi, hasta que Maricarmen Perochena le reemplazó en diciembre de 1972.  

 Guadalupe Magaña, una de las primeras consagradas, relata que, “Lolita llegó a Dublín unos días antes que nosotras, en febrero de 1970. Tenía 45 años, a mí me parecía muy mayor. Se dedicó a aprender de la vida consagrada junto con nosotras, sin decirnos nunca que ella no pertenecía al Regnum Christi, sino a otra institución.”  

A la vuelta de su pueblo, San Miguel de Abona, Tenerife, Lolita sigue impartiendo clases en Aldea Blanca y en el Colegio Mixto de San Miguel Arcángel. Durante este tiempo “Lolita preguntaba frecuentemente por las consagradas y decía que oraba por todo el Regnum Christi, en especial por nosotras” menciona Guadalupe Magaña.  

Lolita compartió este relato en Reajo del Roble, España, durante la visita que hizo a las consagradas en el cursillo del Regnum Christi de 1977:   

Pertenezco a un instituto secular, Caritas Christi cuyo carisma es atender las necesidades de la Iglesia. Me consagré a Dios según los estatutos de esta institución y vivía en mi casa, con mi familia. Mi director espiritual era el P. Flores, sacerdote mexicano que salió de México por la persecución religiosa y se estableció en las Islas Canarias. El fundador de la Legión de Cristo lo conocía. Fue a visitar al P. Flores, le expuso su plan de fundación y su necesidad. El P. Flores le refirió que conocía a la persona indicada. Una señorita, maestra, a la que dirigía espiritualmente. Ambos vinieron a verme a casa.  

Me expuso el proyecto, me pareció maravilloso, pero yo tenía diversos compromisos familiares. Mis padres habían fallecido y vivía con un hermano convaleciente de un infarto. Era directora de una escuela, puesto que gané por oposición y no podía perderlo.  Le dije que no podía aceptar lo que me proponía…  Ahí terminó la visita. Me quedé con cierta inquietud al respecto. Más tarde lo comenté a mi hermana y ella me animó a ir a donde la Iglesia me necesitara. Me ofreció cuidar a mi hermano y a pedir licencia para ausentarme de la escuela por dos años. A través del P. Flores informé al P. Maciel que ofrecía mi disponibilidad.   

En 1994 Lolita aceptó una invitación de las consagradas para ir a México durante un encuentro internacional. Durante esta visita, Guadalupe comparte que, “recuerda con cariño un encuentro que tuvimos todas las consagradas en el Instituto Godwin, en Tlalpan. Las consagradas le pedimos que escribiera sus recuerdos. Cuando Margarita Estrada estuvo con ella, en el 2004, antes de ir a México, Lolita se dedicó a escribir. Ella se llevó sus escritos.” 

En el 2016 Patricia Bannon, Rosa María López y Ángeles Conde visitaron y entrevistaron a Lolita en Tenerife. Rosa María refiere que lo que le impresionó de Lolita fue su caridad. El no decir nada negativo de nadie en ningún momento. Decía: “Tengo memoria selectiva. Sólo me acuerdo de lo bueno y lo malo se me olvida. Hacía honor al nombre de su Instituto Caritas Christi, y por eso creo que logró infundir ese mismo espíritu de caridad en los primeros años de formación en Irlanda. Caridad evangélica y detallista que es parte importante de nuestra espiritualidad y que hemos aprendido a vivir en el Regnum Christi”.  

Rosa María López comparte que le “impresiona el lazo que se creó y cómo Lolita acogió el grupo como el mejor de los pastores acoge a su rebaño”.  Sabemos que rezaba por las consagradas cada día, por las que conoció y por las que no conoció.  

Lolita entregó su vida en servicio como catequista, ministra extraordinaria de la Eucaristía, miembro del consejo parroquial y tantos otros servicios. Recordamos especialmente su papel en la formación de las primeras generaciones de consagradas del Regnum Christi.  

Agradecemos al Señor el don de la vida de Lolita Medina Navarro y pedimos oraciones por ella, para que descanse en paz.